Este joven ingeniero madrileño devuelve la esperanza a muchas personas gracias a las prótesis que crea con su impresora 3D.

 

Cuando era pequeño, imaginaba en la cabeza cómo serían los juguetes de sus sueños. Después, cogía un lápiz y plasmaba esa idea en un papel. Guillermo apuntaba maneras, era un inventor en potencia. En 2016 y con 23 años, este ingeniero imprimió su primer brazo en 3D y lo denominó trésdesis.

Este joven madrileño empezó así a fabricar prótesis de manos y brazos en su habitación. Pero no tardó en fundar la ONG Ayúdame 3D, que reparte gratuitamente estos prototipos en más de 55 países. ¿Su afán? Mejorar la vida de personas sin recursos de todo el mundo. Siempre aprovechando la innovación y las oportunidades de las nuevas tecnologías.

El primer destino de Guillermo Martínez fue Kenia. En el pueblo al que iba residían cinco personas sin una de sus extremidades superiores. Le enviaron las necesidades de cada individuo, las medidas y los tres meses previos al viaje pasó horas y horas diseñando, imprimiendo, probando y rehaciendo. Hasta creó un prototipo capaz de abrir y cerrar los dedos.

Una vez allí se dio cuenta de que su proyecto cambia vidas. Un profesor, por ejemplo, le dijo que gracias a la prótesis de mano y brazo iba a poder coger la tiza en sus clases y plasmar sus explicaciones en una pizarra. Esta experiencia la grabó en vídeo y lo compartió en Internet.

A raíz de esta primera aventura surgieron más: más encargos, más prototipos y trésdesis y más viajes a otros países.

Convirtió su pasión por la creatividad y las nuevas tecnologías en su profesión. Y junto a un equipo de profesionales sus brazos en 3D son cada vez mejores. Guillermo los fabrica ya resistentes al agua, ligeros, de un color parecido a la piel,… Se puede decir que es actor principal de la responsabilidad social tecnológica.